Las serpientes son cazadores letales
que se cobran sus víctimas de formas muy diversas. Con sus lenguas
bífidas “rastrean” el aire en busca de alimento, y las que cazan
de noche detectan el calor corporal de las posibles presas.
Muchas serpientes engañan a sus
víctimas. La víbora australiana atrae a la presa meneando la cola
como si fuera un gusano, y la serpiente liana parece la rama de un
árbol. Algunas serpientes atrapan a sus presas en el aire. La mano
de piedra desde el suelo, y la serpiente voladora planea de un árbol
a otro. Muchas son peligrosas para el ser humano, al inyectar un
veneno mortal con sus largos colmillos. El veneno de la terciopelo
destruye los tejidos del cuerpo, mientras que el de la mulga paraliza
los músculos. No todas las serpientes matan con veneno. La
gigantesca y hercúlea anaconda es constrictora. Se enrosca alrededor
del cuerpo de sus víctimas y las oprime hasta asfixiarlas. Ciertas
serpientes envían un claro mensaje de advertencia. La cascabel emite
un ruido característico al sacudir las escamas sueltas de la punta
de la cola. La mortífera cobra real expande sus costillas para
formar una “capucha” temible. Muchas serpientes lucen un aspecto
llamativo. La víbora rinoceronte tiene escamas en la cabeza
semejantes a cuernos, mientras la serpiente coral está cubierta por
bandas de colores brillantes. Sea cual sea su apariencia, todas son
expertas depredadoras.
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